jueves, 29 de noviembre de 2012

''Pollo con ciruelas'', de Marjane Satrapi. Cuando el alma de un músico vive en su instrumento.


Nasser Ali es uno de los músicos más importantes de su generación. Durante una disputa conyugal, su esposa rompe su tar (instrumento musical de 4 cuerdas), que le fue heredado por su maestro y que lo ha acompañado durante gran parte de su vida. Ningún otro tar -ni siquiera el más costoso, el equivalente a un violín Stradivarius- logra hacerle justicia al talento interpretativo de este genial músico. Así que, consciente de haber perdido una parte esencial de su ser, Nasser Ali decide dejarse morir. Esa es la premisa de ''Pollo con ciruelas'' de Marjane Satrapi, cómic ambientado en el Irán de los años 50, que recibió el premio al mejor álbum en el festival de Angouleme del año 2005.


La autora de la mundialmente conocida ''Persépolis'' nos ofrece otra verdadera obra de arte, que la consolida como una de las voces más originales e inteligentes del cómic mundial contemporáneo. ''Pollo con ciruelas'' es una historia en apariencia simple, con una estructura como de fábula, pero en la que Satrapi se las ingenia para representar vívidamente todo un universo: el Irán de los años 50, la cultura, la religión y las tradiciones de su país (libre aún del yugo fundamentalista de los Ayatolás) a los que accedemos a través de la interioridad de un ser excepcional -y por lo mismo, inadaptado- como Ali Nasser.

El relato nos hace cuestionar el sentido de una serie de postulados sociales que solemos dar por sentado: por ejemplo, que nuestros seres más queridos han de ser siempre los miembros de nuestra familia, cuando lo cierto es que muchos de los recuerdos más abyectos, las experiencias más humillantes, o el sentimiento de total enajenación hacia el prójimo, suelen provenir de aquellos con quienes compartimos lazos de sangre o a los que nos unimos para formar un hogar.


Apenas al final del primer capítulo, nos enteramos ya del desenlace, la muerte de Nasser Ali tras ocho días de encierro en su cuarto, despojado totalmente de cualquier voluntad o motivación para quedarse en este mundo, del que guarda muy pocos buenos recuerdos. Los ocho siguientes capítulos están dedicados a cada uno de los días de este trance hacia la privación voluntaria de la vida. Y es aquí donde, gracias a los recuerdos que las visitas de algunos parientes despiertan en el moribundo, nos enteramos de su trágica vida.

Trágica no por haber sufrido privaciones económicas ni algún episodio de extrema violencia, sino por haber nacido con el alma de un artista en una sociedad que pone a un músico en la misma categoría que un payaso de circo; trágica por haber perdido a la mujer amada y haberse visto casi arrastrado a formar una familia con otra mujer; trágica porque finalmente encontró el sentido de su vida en el sufrimiento y en el recuerdo de lo perdido, canalizándolo a través de la música (Tú sufres, por eso tocas tan bien, el recuerdo de esa mujer estará presente en cada nota que toques, le dice su maestro antes de entregarle su propio tar). Y ahora esas notas que lo ayudaban a subsistir se apagaron para siempre.


La genialidad de la obra está plasmada en la capacidad de Satrapi para, de una manera aparentemente simple, y en menos de 90 páginas, darle un enfoque holístico a su relato, tocando una infinidad de temas: desde la coyuntura política y la filosofía árabe (a través de conversaciones entre los personajes; o refiriéndose a hechos históricos concretos, con ayuda de notas a pié de página); las convenciones sociales y cómo éstas limitan a seres de espíritu libre y creativo; el mundo espiritual y nuestra relación con aquello que nos trasciende y no comprendemos -más allá de religiones o ateísmos-; y otros temas aparentemente inconexos, como puede ser el problema de la obesidad en la sociedad norteamericana o referencias a los hits cinematográficos de la época. Todo esto le da un carácter de ''cómic total'' a la obra, ese tipo de cómic tan poco cultivado por las nuevas generaciones de autores.


El dibujo sencillo de la autora iraní, es un ejemplo de que simpleza puede ser sinónimo de potencia y vigor, cuando se pone atención en las expresiones faciales, en detalles como la vestimenta de los personajes para reflejar una determinada época, en aprender a dominar y jugar con el balance entre blanco y negro, en darse cuenta de que los infinitos recursos del medio no dependen de la destreza técnica y anatómica, sino de la creatividad e imaginación del artista, y de tener bien claro lo que se quiere contar y saber cómo contarlo bien.

''Pollo con ciruelas'' –culinario título que hace referencia al plato favorito del agónico protagonista- es una obra de lectura imprescindible, con temas trascendentes y universales, con un final pesimista y nada complaciente, que tiene bien merecida todos los premios y comentarios laudatorios que ha cosechado desde su publicación.

3 comentarios:

  1. Yo me lo hice traer de Barcelona x un familar. Un libro hermoso y conmovedor, por cierto.

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  2. La película me pareció buena, soy un mal crítico de películas, pero a mí me gustó bastante.

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