Este es un tema sobre el que quería manifestarme hace
mucho tiempo, pues lamentablemente en nuestro medio hay muchos oportunistas y
negociantes a los que les gusta engañar y timar a los más advenedizos, dándoles
a entender que ejemplares firmados -garabateados es un término más
preciso- a la volada, y encima a terceras personas, se convierten en objetos económica
y simbólicamente valiosos, cuando no lo son.
Comienzo compartiendo con ustedes mi sentir personal.
Nunca he sido aficionado a las firmas de un autor (o autores) de determinado
cómic. Es decir, encontrar en algún evento o convención a uno de los autores y
que me haga una firma rápida o garabato en la portada o interior del mismo, estropeándolo
totalmente (a mí entender). Menos aún que me pongan una hipócrita dedicatoria en la que hablan de cariño o amistad, si nunca antes te han visto. Cuando
encuentro a algún autor que admiro, pues prefiero saludarlo y hacerle un par de
preguntas, eso me parece más interesante.
Ahora claro, si el dibujante (siempre tiene que ser el
dibujante, no el guionista si se trata de un dueto creativo) está dispuesto a tomarse
un momento y hacerme un boceto (un buen boceto, se entiende), pues ahí cambia
la cosa: bienvenido sea. Aquí los dejo con un ejemplo del que me siento
orgulloso: un boceto que me hizo Horacio Altuna en su visita a Lima en el año
2011, en un ejemplar de Playboy: Las historietas eróticas de Altuna, que compré a mediados de los 90's en el Centro de Lima (luego
continúo con la reflexión).
Como pueden ver, se trata de un bello dibujo (le pedí
especialmente que no borre la base de lápiz, como acostumbra hacer). En sí
mismo, tiene un valor estético innegable. Y con ese boceto, el ejemplar queda
totalmente personalizado y se hace único. También me gustó la dedicatoria: ''¿Cómo
te llamas?'', ''Guido''. Pues ''Para Guido''. Sin vacíos floros de por medio.
Aparte de la imagen, queda el recuerdo de haber visto,
a centímetros de distancia, el proceso por el cual la página en blanco se
convertía en una obra de arte. Y claro, el recuerdo de -en aquella ocasión- haber
escuchado la charla que brindó al público y haberle hecho una pregunta. Todo en
conjunto forma una experiencia valiosa, junto a un autor al que admiraba por
décadas, perennizada materialmente en el boceto realizado para mi ejemplar, que al menos para mí, tiene ya un valor que trasciende todo cálculo.
Bueno pues, ¿a qué viene toda esta reflexión? A que me parece
patética la forma en que acá en el Perú se ha hecho costumbre por parte de
alguna gente (como Zlatko Pérez Luna de Editora VUK, o el organizador de
eventos José Antonio ''Chiqui'' Vilca) sortear o -en el caso específico del segundo- incluso
vender a precios estratosféricos, ejemplares firmados, mejor dicho mal
garabateados, por autores como Robert Kirkman o Frank Quitely, y presentar
estos cómics (lo peor de todo hasta esos simples trozos de cartón llamados ''tapas'')
como si fueran grandes joyas. Juzguen ustedes mismos:
Yo no veo nada de interés ni valor en esos garabatos, hechos a la volada y sistemáticamente, que encima
de todo malogran las portadas. Peor aún, si ese garabato no te lo han hecho en
tu cara pelada, ¿qué valor puede tener? Se lo hicieron a alguien que no eras
tú, lo firmaron sin saber a manos de quién iba a parar, ¿eso te parece de
valor? Para nada. En el caso de las firmas de Kirkman en los ejemplares y
cartonazos de Editora VUK, queda claro que le pusieron una ruma de 40 o 50
revistas para que Kirkman los firme uno tras otro (porque hace 2 años que vienen
regalando ejemplares firmados), a la velocidad con la que un gerente firma una
ruma de documentos.
¿Eso te parece digno de atesorar estimado lector? Incluso es posible (porque ese garabato es facilísimo de reproducir y porque no creo que a Kirkman le haga gracia firmar 30 ejemplares distintos a una misma persona) que algunas de las firmas sean ''made in Perú''. ¡Que viva el criollismo!
¿Eso te parece digno de atesorar estimado lector? Incluso es posible (porque ese garabato es facilísimo de reproducir y porque no creo que a Kirkman le haga gracia firmar 30 ejemplares distintos a una misma persona) que algunas de las firmas sean ''made in Perú''. ¡Que viva el criollismo!
Al menos la gente de VUK, se ha dedicado a sortear
estos ejemplares (que no tienen nada de especial, pero al menos no cobran por
eso). El caso de José Antonio ''Chiqui'' Vilca sí es grave: este tipo se dedica
a dejar en varias tiendas especializadas cómics firmados en las convenciones a
la que ha ido en el extranjero, y ofrecerlos a precio altísimo. Recuerdo haber visto un TPB de All Star Superman con un garabato ilegible atribuido a Frank Quitely
(sin certificado de autenticidad que lo respalde, no estoy diciendo que la
firma sea falsa, pero sin certificado) a S./250 soles. ¿Quién habrá sido el gil
que lo compró? ¿Acaso cree que un garabato hecho a un tercero vale algo?
Resumiendo: No le encuentro valor a los garabatos
hechos a la volada, sólo a los bocetos. Y en ambos casos (así se trate de
firmas, para los que les guste eso), la gracia es que te lo hagan frente a tu
cara pelada. ¿Dónde está el valor sino pues en el recuerdo físico que evoque
una experiencia agradable con un autor admirado? ¿Puede haber gente tan
tontorrona que crea que un cómic firmado a un tercero, de los que hay por millares en todo el
mundo, que además ni siquiera tiene un
certificado de autenticidad, tenga un valor económico o siquiera simbólico? Despierten pues
señores, no se dejen engañar por los oportunistas, no valen nada.
La yapa: si bien los tomos (tapa blanda o dura) cuentan generalmente con
páginas en blanco o espacios vacíos junto a los créditos donde los autores
puedan hacerte un boceto, no sucede lo mismo con los comic-books tradicionales
(conocidos como ''grapas'', ''floppies'' o ''single issues''). Por lo mismo un
boceto, o un garabato/firma no hacen sino tapar el arte pre-existente y afear el ejemplar.
Pensando en esto, desde hace unos años las editoriales
norteamericanas vienen ofreciendo ocasionalmente las ''blank covers'', que son portadas variantes totalmente en blanco
(con el logo y los créditos, pero sin imágenes), de tiraje muy limitado, y que se venden exclusivamente
en convenciones, a un precio que no suele bajar de los $20 dólares. El precio
es elevado, pero lo más probable es que encuentres al autor de ese cómic en la
misma convención donde lo compraste y así pueda realizarte un boceto en la
portada, personalizándolo totalmente. Me parece una iniciativa muy interesante.
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