Black Hole (Agujero Negro), realizada íntegramente por Charles Burns (guión, dibujo y entintado) es una de las obras más importantes del cómic independiente norteamericano de los últimos tiempos. Burns mezcla magistralmente un conjunto de elementos y géneros, logrando así una obra que tiene varias capas y niveles, y que puede ser interpretada de distintas maneras. Por un lado -quizá el más superficial y evidente-, Black Hole es una magnífica historia de horror puro y duro. En un pequeño pueblo indeterminado de los Estados Unidos, durante los años 70's, muchos adolescentes comienzan a manifestar monstruosos síntomas externos (aparición de apéndices, llagas, grotescos forúnculos y tumores en algunas partes o en la totalidad del cuerpo, terribles deformaciones faciales etc.) que son atribuidos a un virus o bacilo que se transmite por vía sexual. Los síntomas son diferentes en cada uno de los portadores de esta horrenda enfermedad. Los infectados se ven estigmatizados por los que se mantienen sanos, y optan básicamente por dos opciones: tratar de seguir pareciendo normales (si sus síntomas no son muy evidentes aún) o irse de la ciudad a vivir en los bosques, donde ya se han establecido algunas pequeñas colonias de portadores. Para complicar la situación aún más, cosas extrañas suceden en los bosques, alguna persona o secta parece estar practicando rituales ocultistas, y entonces comienzan los asesinatos...
El lector es introducido a este sórdido universo a través de cuatro personajes principales: Rob (uno de los primeros infectados, quien desarrolla una macabra boca secundaria a la altura de la base del cuello), Chris (una atractiva y popular chica que contraerá la infección -manifestada en mudas de piel y una serie de llagas a lo largo de la columna- a través de Rob, y que a partir de ahí se verá marginada por su entorno), Eliza (una despampanante jovencita con mucho talento artístico -cuyo único síntoma de infección es haber desarrollado una sexy cola en el trasero- que vive junto a unos universitarios que se dedican a la venta de estupefacientes) y Keith (un consumidor compulsivo de marihuana y otras sustancias, obsesionado en un comienzo con Chris pero que luego desarrollará una fascinación por Eliza, con quien pierde su virginidad y adquiere la infección). También podríamos mencionar a Dave (un muchacho con el rostro severamente deformado por el bacilo), quien será determinante en los dramáticos hechos que se suceden hacia el final de la historia.
Black Hole es también un magnífico retrato de la experiencia vital de la adolescencia, esa etapa tan complicada de la vida en la que comenzamos a cuestionarnos el sentido de todo y tratamos de darle un rumbo a nuestra existencia, en la que tan fácilmente nos sentimos fuera de lugar o completamente aislados y en la que tratamos de encontrar -a veces desesperadamente- una identidad, sea mediante el tipo de música que escuchamos, la manera en que vestimos o los amigos a los que frecuentamos (amigos que en más de una ocasión percibimos como seres extraños con los que no tenemos ningún vínculo trascendente). Y claro, es la época también en la que la mayoría de individuos comienzan su vida sexual, en la que la búsqueda de una pareja con la cual poder descargar toda la energía erótica acumulada se vuelve prioritaria, en la que los apasionamientos y amores idílicos están a la orden del día, en la que mantenerse virgen es signo de fracaso y ñoñería. Y por supuesto, es la etapa en la que la mayoría de gente comienza a experimentar con el alcohol, el tabaco, la marihuana y en algunos casos drogas más fuertes, sea por rebeldía, curiosidad, necesidad de evasión o por presión del entorno social.
Charles Burns sitúa la historia en la década del 70, década en la que él vivió su adolescencia, y hace un retrato preciso de la juventud norteamericana de aquellos años posteriores al movimiento hippie, una etapa de transición en la que otros movimientos musicales juveniles como el punk, o el new wave (sobre todo en Estados Unidos) eran aún incipientes. Una especie de paréntesis cultural e ideológico para los jóvenes, en el que lo que prima es precisamente la falta de ideologías o ideales. El consumo de drogas está totalmente desacralizado, fumar marihuana se vuelve algo tan habitual como fumar un cigarrillo, y el uso que los jóvenes le dan a sustancias como el LSD es totalmente banal: realizar un ritual religioso en medio del desierto para encontrar a tu animal interior es cosa de los melenudos de los 60's, lo más práctico una vez ''colocado'' en los 70's es asistir a alguna fiesta en la que sirvan cerveza o sentarte a ver un programa cómico en la televisión. Toda la libertad sexual y el amor libre pregonado por los hippies también se ha perdido, el sexo vuelve a tener entre los jóvenes ese halo sórdido, enfermizo y prohibido; a ser interiorizado como un acto de placer pero también de enajenación.
Esta doble perspectiva de Black Hole, tanto la de una siniestra, opresiva y repugnante historia de horror por un lado, como la de un retrato alegórico de la difícil etapa de la adolescencia, el despertar sexual y la transición hacia la vida adulta por el otro (que no se excluyen una a otra, sino que se integran a la perfección, logrando que el lector, más allá de saber que está leyendo una historia hasta cierto punto fantástica, sienta cada una de las escenas y situaciones como totalmente verosímiles y pueda identificarse con ellas), ha sido señalada casi unánimemente por la crítica especializada y refrendada por el propio Charles Burns, quien ha manifestado que efectivamente, todo el asunto de las mutaciones y las deformaciones presentes en este cómic pueden ser interpretados como una simple metáfora de los cambios que sufrimos internamente durante esa etapa de nuestras vidas. Ahora bien, quisiera pues antes de finalizar este artículo, proponer una tercera interpretación de esta magnífica historieta, la cual paso a explicar en el párrafo siguiente.
Si bien la acción de Black Hole transcurre durante los 70's, me parece que todo lo que allí está expuesto magníficamente por Charles Burns, podría aplicarse perfectamente a las generaciones de los 80's y 90's en adelante, aunque en este caso el tema del virus y los terribles síntomas ya dejarían su carácter simbólico y adquirirían uno más concreto y literal. Obviamente me estoy refiriendo al virus del SIDA, una especie de sombra siempre al acecho con la que todos los que hemos nacido en las últimas décadas hemos tenido que convivir y tener presente en todo momento, y que casi aparece como una idea inmediata cada vez que pensamos en sexo (sí, tener sexo es casi sinónimo de SIDA, al menos eso infiere nuestro cerebro involuntariamente). Los adolescentes sufren una revolución hormonal que, junto a la presión social y a la necesidad de reafirmar su identidad, los lleva a querer perder su virginidad como sea, lo antes posible. ''Tirar'' es la consigna, y en esa lucha desesperada por conseguirlo poco importa protegerse adecuadamente o pensar siquiera en las consecuencias de no hacerlo. Y eso es sólo el comienzo. El comienzo de lo que para muchos jóvenes es un largo periodo de experimentación sexual en el que la promiscuidad y la falta de prevención es una de las principales características. Algunas escenas de Black Hole me hicieron pensar inmediatamente en esto, por ejemplo cuando uno de los personajes está decidido a perder su virginidad de una vez por todas, sin importarle que su pareja esté infectada con el virus y que el precio a pagar sea su salud. Repito, esta interpretación que hago de Black Hole como un retrato del inicio de la vida sexual en tiempos del SIDA es personal y por lo que he leído en entrevistas, no ha sido algo premeditado por el autor (ni ha sido señalada por ningún crítico). Pero me parece que la historia también encaja perfectamente con esta propuesta interpretativa. Y es que al final, una característica del arte es que una obra nunca está del todo acabada, sino que es el lector quien termina de completarla y de darle un sentido. Dejo este tema de la ''tercera perspectiva'' para el debate.
Black Hole fue publicada originalmente como una serie de 12 episodios, aparecidos entre los años 1995 y 2005 (primero en Kitchen Sink Press y luego en Fantagraphics), y desde entonces ha sido recopilada en un tomo único de 378 páginas por Pantheon Books. El arte de Charles Burns es realmente impresionante y debe ser -junto a los Bros. Hernández- uno de los autores norteamericanos contemporáneos con mejor dominio del dibujo en blanco y negro. También me ha llamado mucho la atención la consistencia gráfica de la obra como conjunto: pese a haber sido dibujada a lo largo de una década, el estilo es bastante uniforme, y da la impresión de haber sido dibujada de un solo tirón, en unos cuantos meses. Eso sin contar su gran destreza como narrador, su domino de distintas técnicas narrativas, su genial manejo de los tiempos y de la estructura de la historia, así como la profunda caracterización de los personajes principales y secundarios. Si no has leído este cómic aún, no puedes dejar que pase más tiempo sin hacerlo. Una lectura muy, muy recomendable (y que probablemente te produzca algunas pesadillas, pero es un precio justo a pagar).
Por fin leiste Black hole! Ya era hora Guido, es una obra trascendental y que en verdad jamas sera olvidada, aun despues de mas de una decada sigue vendiendo miles de ejemplares por año. La obra me parece mas como una poesía dura y ácida, como si estuviera siendo contada en versos, sencillamente me da esa impresión y me parece que mas allá de la metáfora para enfermedades de transmisión sexual,(que definitivamente está presente) es una presentación de la adolescencia misma como una enfermedad. Esa fue la intención original de Burns, presentar la época de adolescente como una época enferma, que hasta cierto punto vemos como ciertas transformaciones pueden tener un simbolismo dependiendo de cada personaje. Con respecto al dibujo, creo que eso habla bastante de la madurez como dibujante del autor, no se notan cambios bruscos, parece (como tu has dicho) que ha sido creado en cuestión de meses y no parece que demoro una década en publicarse. Solo te equivocas en un pequeño dato, la obra no fue rotulada por Burns, en mi edición en inglés aparecen sus agradecimientos a Susan Moore como la rotuladora, busca en la parte que aparece la fecha de publicación, de seguro aparecen los agradecimientos de Burns a sus colegas.
ResponderEliminarCarlos:
ResponderEliminarGracias por compartir tu opinión y por la aclaración de los créditos del letreado, ya mismo corrijo ese dato (en la edición en español de La Cúpula han suprimido los agradecimientos del autor). ¿Sabes por si acaso si fue el propio Burns u otra persona quien se encargó del coloreado de las portadas originales?
Black Hole es, sin duda alguna, una de las grandes obras del cómic norteamericano reciente.
ResponderEliminarYo la leí de un solo tirón una tarde de domingo, hace unos meses. Y, claro, ¿cómo no quedar afectado después de su lectura? Uno se identifica con los personajes, con sus fallas y defectos. Se retrotrae a la adolescencia y esa angustia de esa época se siente en muchas de las páginas del genial Burns.
Pero también uno de los grandes valores de esta obra es que, a pesar de ser cruda y dura en su narrativa y en su arte, mantiene un equilibrio brillante, que no la hace caer nunca en el mal gusto o en el exceso (como en el que algunas otras obras, inclusive del mismo Burns, incurren).
Una lectura recomendable desde cualquier punto de vista.
Estimado Guido,
ResponderEliminarExcelente reseña. Black Hole es uno de mis cómics favoritos y definitivamente una obra maestra.
Concuerdo contigo en la tercera interpretación que le das a la obra. Sin lugar a dudas la presencia de un virus que ataca a las personas que tienen sexo nos lleva a rcordar indefectiblemente los inicios del SIDA. Es más, esa incomprensión por lo que sucede y el aislamiento de los adolescentes en Black Hole es probablemente similar a lo acontecido con la comunidad gay y el SIDA (reitero, en sus inicios).
En lo particular, cuando leía la obra de Burns (que literalmente devoré en un par de noches), lo que más me agradó fue el ritmo del relato, conjugándose a la perfección el texto y el dibujo. No se si inconcientemente, pero ese ritmo de frenesí por momentos, y reflexión por otros, es un ritmo que yo al menos asocio mucho a la adolescencia.
Saludos y sigue con estas críticas que se hacían extrañar en tu blog.
Hernan
Por lo que sé, el color de las portadas está hecho por Burns, en Comic vine se le acredita como colorista de los números sueltos, y al no haber colores interiores, sino únicamente de portada, supongo que el fue encargado de dar ese tipo de tonalidades perfectas para las portadas. Sinceramente prefiero una ilustración con esos colores (chequea el trabajo de kevin nowlan, y hasta cierto punto en los colores que emplea Adam hughes) a un exceso y abuso del photoshop. Por si acaso los agradecimientos son mínimos, de unas cuantas líneas así que en la traducción no se pierde algo de gran importancia a la historia. Aunque siendo honestos, luego que Susan Moore trabajo diez años con Burns para el rotulado de la obra, me parece que está mal que no se le dé el crédito en la edición española.
ResponderEliminarJorge Orlando:
ResponderEliminarSi bien la angustia, la incertidumbre, el extravío, la falta de referentes e incluso la desesperanza son sensaciones muy frecuentes en la adolescencia, creo que estos estados emocionales (acompañados de las ''mutaciones'' que conlleva el pasar por ellos, y en el mejor de los casos superarlos) pueden presentarse también en otras etapas de nuestras vidas, a los 20, 25, 30, 40 años o más. Al menos yo por momentos me siento así (quizá con la edad uno aprende a controlar un poco más estos sentimientos y no dejarse dominar totalmente por ellos, pero de que nos acecha la duda, nos acecha).
Retomando el primer comentario de Carlos, en el que describe Black Hole como un conjunto de versos o imágenes poéticas duras y ácidas, hay una escena que se me viene a la mente de una manera muy clara y precisa. Cuando Keith pasa varios días ''cuidando'' la casa de los McCrosky y coge la costumbre de fumarse porros todos los días en el garaje a oscuras y va armando una colección de colillas en el alfeizar de la ventana. En un momento -mientras agrega otra ''chicharra'' a su colección- reflexiona y dice: ''otro día perdido sin hacer nada''. Esa me parece una imagen contundente, casi una revelación. Al margen del tema de los porros, que es secundario, ¿no nos sentimos a veces así, como que ha pasado otro día sin que hayamos hecho nada -nada realmente significativo- otro día más de tantos otros que no dejan de acumularse? A veces nos refugiamos en el trabajo, en la rutina para intentar escapar a esta sensación, pero yo al menos pienso que es una inquietud que nos acosa más habitualmente de lo que notamos, o de lo que nos permitimos aceptar.
En resumen: Black Hole es un canto desgarrado de la adolescencia, pero también de la condición humana en general.
H. Jordan:
Me alegro que te haya gustado el artículo, la verdad es que estas últimas semanas estaba un poco desmotivado con mi blog (últimamente mis participaciones en la blogósfera comiqueril han sido más a través de comentarios en otros blogs, entre ellos ''No creo que seas real'' donde se han desarrollado interesantes debates) pero después de leer Black Hole me dije ''ni modo, tengo que escribir algo, no puedo dejar que esta se convierta en una lectura pasiva más'' y bueno salió este artículo. Si bien creo que terminé ''expectorando'' algunas de las ideas que me generó la lectura de esta obra, creo que se me han quedado muchas cosas en el tintero. Black Hole es una excelente novela gráfica que tiene muchos niveles y capas, que puede ser interpretada de distintas maneras a la vez y que representa muchas cosas. Seguramente cada relectura hará que notemos nuevos elementos, nuevos símbolos, que nos lleven a nuevas deducciones y conclusiones.
Carlos:
No suelo leer traducciones de cómics escritos originalmente en inglés (prefiero leer directamente las ediciones originales) pero en este caso fue la edición de La Cúpula la que llegó primero a mis manos. La edición es muy buena, pero lamentablemente han dejado de lado pequeños detalles como los créditos o los agradecimientos del autor. Definitivamente pienso hacerme con un TPB en edición de Pantheon Books, aunque sería todo un sueño hecho realidad conseguir los 12 números originales en formato grapa publicados entre 1995 y 2005.
que buena reseña man!!, estas obras son únicas e imperdibles.
ResponderEliminarEl arte de Burns me parece magnífico, y el guión, así como lo describes, es más que prometedor. No sé por qué, pero siempre tengo debilidad por historias protagonizadas por adolescentes y, más aún, si es que el tema de la sexualidad es abordado de manera inteligente, como parece ser el caso aquí.
ResponderEliminarHola Guido;
ResponderEliminarTu blog me parece muy bueno, mira, yo he estado buscando este comic pero no lo hallo, sabes tu donde se puede conseguir?
¡Gracias Uriel!
EliminarMira hace unos meses llegaron unos pocos ejemplares de Black Hole en castellano (Editorial Norma) a la librería Ibero, pero volaron al toque y no los han vuelto a reponer. Yo me compré un ejemplar y luego lo vendí. Esa edición en español actualmente es bastante difícil de encontrar aquí en nuestro país.
Si lees en inglés la tienes más fácil. Puedes mandarte a traer un ejemplar en tapa blanda o tapa dura por Amazon o alguna tienda especializada gringa. Con gastos de envío y todo no pasa de los 25 dólares.