¿Esto es un Salón del Cómic?
Sí. Puede sonar algo duro:
''el chasco del Salón del Cómic''. Pensé titular el artículo con algo tipo
''un Salón del Cómic en pañales'', pero el último Salón del Cómic que se organizó en la pasada Feria Internacional del Libro de Lima, no fue un Salón del Cómic en pañales, fue, lamentablemente, un chasco de Salón del Cómic.
Un pequeño cuarto de unos cuantos metros cuadrados, casi vacío, con algunas imágenes de diversos cómics pegadas de manera burda en las paredes
(sin ninguna indicación sobre los autores de las mismas, fecha de publicación, título de la obra, etc.), tampoco ningún texto que sirva de guía o introducción a los visitantes, ningún dato sobre lo que es el cómic, su historia, sus géneros ni sus obras principales. Lo más desconcertante de todo, en medio de este cuarto vacío, un
Ironman y un
Batman de cartón tamaño real, y un cartelazo de publicidad del diario
Perú.21. Para rematar, el día de la inauguración, qué mejor que un evento que dignifica a la historieta y que habla de sus altas cualidades culturales y artísticas: un desfile de adolescentes
cosplayers disfrazados de
Naruto y
Sakura. ¿Es eso un Salón del Cómic? No ¿Es eso un Salón del Cómic en pañales? tampoco, eso es un fiasco de Salón del Cómic.
Este espacio y los eventos que lo acompañaron
(se dieron conferencias y se brindaron talleres a cargo de dos autores argentinos: Enrique Alcatena y Jorge Lucas, y se presentaron algunas nuevas publicaciones del sello Contarcultura, todo esto en salas distintas) estuvieron organizados por
El Club Nazca de la Historieta (un grupo de aficionados al cómic que en su mayoría bordea la cincuentena de años) El blog La Nuez (con su representante de mayor rango: Javier Prado), la librería
Contracultura de
Benjamín Corzo, y el principal auspicio fue el del diario
Perú.21.
Que
Perú.21 quiera publicitar de la forma más elementalmente capitalista sus productos se entiende. Pero que gente supuestamente entendida como la del
Club Nazca,
Contracultura y
La Nuez no hayan hecho el mínimo esfuerzo por presentar un
Salón del Cómic como se merece el género de la historieta me sorprendió sobremanera. ¿Por qué un
Iron Man y un
Batman gigantes en medio de la sala, como únicos testigos de lo que sucedía en ese cuarto vacío, junto a un cartelón publicitario de
Perú.21? Si la gente que supuestamente conoce de cómic en el Perú se va a prestar para seguir reforzando el estereotipo de que el cómic es principalmente algo relacionado a los superhéroes disfrazados de la
DC y la
Marvel pues estamos en nada. ¿Por qué no se pusieron figuras de cartón de por ejemplo
Mafalda, Mort Cinder, Corto Maltés, Garfield, Boogie el Aceitoso, Elfquest, Ghostworld, Maus, El Incal o
El Pato Donald por mencionar lo primero que se me viene a la mente? ¿Por qué seguir reforzando el estereotipo mercantilista de grandes grupos económicos y propiciar la ignorancia y desconocimiento total sobre la verdadera
riqueza y
diversidad de la
historieta mundial? Repito, por parte de
Perú.21 se entiende, ellos no son ninguna institución cultural ni artística y lo único que le interesa es vender sus productos, pero esperaba algo más del resto de organizadores. ¿Era también mucho pedir el redactar
pequeños textos para ser puestos junto a las imágenes del Salón del Cómic y permitir que el visitante casual termine su visita con algunos
conceptos y
conocimientos básicos sobre qué es la
historieta, cuáles son sus distintos
géneros y vertientes y cuáles sus principales
autores y obras? El visitante que entraba a ése
Salón del Cómic salía del mismo sin ninguna idea de nada, a no ser que el cómic es cuestión de musculosos disfrazados y
cosplayers con problemas serios de acné.
Sandman, por Enrique Alcatena.
Es cierto que, como dije antes, en otra salas, se realizaron una serie de eventos
(charlas, conversatorios, talleres, presentaciones de libros) que definitivamente ''salvaron'' este Salón. La presencia de dos autores importantes como
Enrique Alcatena y
Jorge Lucas (aunque nuevamente, desde mi punto de vista, se comete un error al querer presentarlos como autores cuyo logro más importante es haber trabajado para DC o Marvel, otra vez el fantasma de simplificar el arte del cómic con algo relacionado estrictamente a superhéroes) y la presentación de algunos nuevos títulos de editorial
Contracultura, más que nada tomos compilatorios con obras de autores nacionales. Esto se reconoce y se agradece, no quiero que se piense equivocadamente que el objetivo de este post es demoler una inictiativa que debe continuar, pero mejorar muchísimo. Sin embargo, en este campo de las
''actividades'' del
Salón del Cómic también hubo un tema que me sorprendió mucho y de una manera desagradable...
En la
FIL hubieron dos eventos muy importantes relacionados a la
historieta peruana, uno desde el punto de vista comercial y otro desde el punto de vista netamente artístico. Ninguno de estos dos eventos recibió la
mínima atención por parte de los organizadores del Salón del Cómic. El primero de ellos fue la presentación del segundo tomo de la tira cómica
El Pezweón, editado por el
Grupo Norma (un grupo editorial importante). Al margen de las opiniones sobre el Pezweón, no se puede negar que es una
tira cómica, uno de los géneros más representativos de la historieta, y hay que reconocer que sus autores han logrado algunas cosas importantes: publicar con un sello grande como
Norma, y repetir el plato con este
segundo tomo, además de haber creado una línea de merchandising de cuadernos y agendas que viene teniendo bastante éxito en las librerías locales.
El segundo evento fue, para mí, uno de los eventos más importantes de la historieta peruana en los últimos 10 o 15 años: la presentacion de la novela grafica
Ciudad de Payasos, escrita por
Daniel Alarcón e ilustrada por
Sheila Alvarado, y publicada por el prestigioso sello transnacional
Alfaguara, uno de los más importantes grupos editoriales en lengua española a nivel mundial. No es cosa de todos los días, mucho menos en un país como el nuestro, que se presente una novela gráfica de dos autores de peso innegable. Daniel Alarcón, quien comparte la nacionalidad peruana con la norteamericana, es uno de los escritores jóvenes mas interesantes del continente. Su novela
Lost City Radio y sus dos libros de relatos han recibido la atención y las palmas de la critica especializada estadounidense y se han vendido miles de ejemplares de sus libros en España y toda America Latina. Sheila Alvarado es una artista peruana conocida a nivel nacional, una de las representantes contemporáneas más importantes de nuestra rica tradición en el genero del
pin-up, quien ha demostrado -precisamente con Ciudad de Payasos- tener el talento necesario para desenvolverse con éxito en el mundo del arte secuencial. Sumemos al renombre de los autores, el hecho de que esta obra ha sido publicada por un sello grande y de trascendencia internacional como
Alfaguara. El resultado es definitivo: el lanzamiento de esta novela gráfica se ubica indiscutiblemente como uno de los eventos historietísticos peruanos más importantes, si no el más importante, de los últimos lustros.
¿Porqué los organizadores del Salón del Cómic obviaron con ciega determinación estos dos importantes eventos para la historieta peruana
(sobre todo el segundo)? ¿Acaso su amor y pasión por el cómic y la historieta peruana es selectivo? ¿Acaso
(no quiero pensar mal) su interés en los eventos historietísticos desaparece por completo cuando no se les asegura la aparición en la foto, el lugar junto al estrado, la entrega del premio, y el reconocimiento de haber sido éllos los artífices y organizadores de la jornada? Me sorprendió mucho no haber visto ninguna ''cara conocida'' el día de la presentación de la
Ciudad de Payasos. El local tuvo un lleno total, pero en su mayoria se trataba de jóvenes y adultos seguidores de la obra literaria de Daniel Alarcón y no gente relacionada a la mentada
''comunidad comiquera local''. ¿Acaso, en pleno fin de semana, ningún integrante del
Club Nazca, de
La Nuez, o de
Contracultura se pudo dar un pequeño salto para asistir a este importantísimo evento historietístico nacional? ¡Pero si en pleno día de semana estaban todos en la premiación del argentino
Jorge Lucas, a quien entregaron un trofeo de reconocimiento! Repito ¿Acaso su interés por temas historietísticos desaparece por completo cuando se trata de eventos que ellos mismos no organizan? En esto no fallaron solamente los organizadores, sino el gran conjunto de supuestos miembros de la comunidad comiquera nacional
(artistas, bloggers y lectores) que brillaron por su ausencia
(debo alcarar que la única persona con la que me encontré ese día en la presentación de Ciudad de Payasos fue Carlo Gonzales de Nagra Sociedad de la Historieta, incluso ambos tuvimos la oportunidad durante la rueda de preguntas de participar con nuestras interrogantes a los autores). Ensayo una triste y desalentadora explicación: la comunidad comiquera nacional no existe, y sus supuestos miembros no son sino gente que, más que amor a la historieta, se conduce por un afán egoísta de figuración y en muchos casos, gente que hace gala de un ignorancia supina respecto de la materia que dicen amar, estudiar y conocer.
No quiero parecer un crítico despiadado que avienta piedras y no propone nada. La iniciativa del
Salón del Cómic durante la
FIL ha sido, después de todo buena, pero hay muchísimo que mejorar y hay cosas básicas que no pueden dejarse de lado. Esperemos que en cada Feria del Libro haya siempre un espacio para el Cómic, pero un espacio
digno en el que se exprese y se difunda la
diversidad y la riqueza de la historieta mundial. A continuación hago algunas propuestas:
1.- El Salón del Cómic
(me refiero al espacio que lleva ese nombre, no a las actividades relacionadas) debe ser un lugar de
exposición en el que el paseante casual pueda, al concluir su visita, salir con una
idea básica de lo que es verdaderamente el mundo artístico y cultural de la historieta: su historia; su diversidad; sus principales géneros, autores y obras. Para esto pues hay que ponerse a trabajar un poco. No basta con pegar unos cuantos dibujos sin indicar siquiera quiénes son los autores ni en qué revista y año fueron publicados. Vamos, que el visitante conozca aunque sea una viñeta de
Breccia, de
Moebius, de
Crumb, de
Manara o de
Gibbons y que sepa en qué obras trabajaron, cuándo se publicaron y qué impacto tuvieron sobre el mundo de la historieta
(y más allá del mundo de la historieta). También deben colocarse textos que ayuden al visitante a ubicarse dentro de la exposición: una bienvenida, una introducción, una guía, conceptos básicos sobre lo que es el arte secuencial (se me ocurre alguna cita de
Eisner o
McCloud). Sin esto, pues estamos en nada. Los organizadores son gente entendida en la materia, no pueden portarse como neófitos y contentarse con poner una gigantografía de Iron Man, un dibujo de Batman y nada más. Y si no cuentan con el tiempo suficiente pues pidan ayuda señores. Somos muchos los que quisiéramos colaborar en una iniciativa como ésta y ayudar a crear una sala de exposición sobre el arte historietístico. No hay que volverse locos tampoco; con lo básico basta.
Magníficas viñetas de Breccia para Mort Cinder.
2.- En cuanto a las
actividades, pues los organizadores deberían
integrar y asimilar dentro del Salón del Cómic, a
todas las actividades relacionadas a la historieta que se lleven a cabo en la FIL. En esta pasada ocasión por ejemplo, deberon haberse puesto en contacto con los autores de
Pezweón 2 y
Ciudad de Payasos, e invitarlos a dar una charla, una firma de autógrafos, o algo por el estilo. No puede ser que sigamos la política de ''cada quien por su lado, si no lo organizo yo no me interesa y no asisto''. No pues, esto tampoco es difícil ni exige demasiado esfuerzo. Aunque sea algo simbólico, pero se debe integrar todos los eventos relacionados a la historieta que se desarrollen en la FIL. Un verdadero Salón del Cómic, amplio, diverso, abierto, no puede ceder a estas omisiones, voluntarias o involuntarias. Hay que integrar los diversos movimientos, unir fuerzas, fomentar la diversidad.
3.- En el tema de las ventas. Varios puestos
(Trasandina, V&D, Primi, Editora de Cartón, Contracultura, etc) ofrecían diverso material historietístico. Lo óptimo para próximas ediciones sería
(y sé que esto es logísticamente muy dificil, y por eso lo dejo para el final, pero con voluntad todo se puede, quién sabe quizá de aca a unos años) coordinar con todos los puestos en cuestión para que se vendan los cómics en un mismo lugar. Es decir, que aparte de sus respectivos puestos, la Cámara Peruana del Libro otorgue a todos ellos un lugar para que vendan
exclusivamente cómics. Así el visitante de la Feria podría encontrar toda la diversidad de oferta historietística en un solo lugar, un verdadero Salón del Cómic.
Para finalizar, quiero aclarar nuevamente que en este post no hay afán destructivo contra nadie, se aplaude la inicitiativa que los organizadores han puesto en marcha, pero creo que hay cosas que deben decirse y que nadie pone sobre el tapete, para mejorar año a año y superar las deficiencias de lo que hacemos actualmente
(me incluyo pues esto es deber de todos los que amamos la historieta, si no no ocuparía mi tiempo escribiendo artículos como éste) . Espero que cada quien pueda sacar, después de leer este post, aunque sea una o dos ideas sobre lo que podría mejorarse en el futuro, hacer una pequeña autocrítica, y renovar votos y esfuerzos para hacer que los Salones del Cómic
(que esperemos que se repitan en todas las FIL que vendrán en los próximos años) se conviertan en algo pleno, rico, diverso, que nos llene de satisfacción y que permita que la gente común y corriente, aquellos que poco o nada saben sobre el medio que tanto amamos, se formen una pequeña idea de la amplitud, riqueza y diversidad del mundo de la historieta.
La próxima semana se celebra el
Día Nacional de la Historieta, día instaurado por los mismos organizadores del Salón del Cómic de la FIL. Para qué dejar para mañana lo que podemos hacer hoy. A ver si empezamos a dejar de lado ciertos vicios, nos alejamos de los estereotipos y rechazamos los egoísmos y comenzamos a crear un futuro mejor para la historieta en nuestro país. Poco a poco y todos juntos, en lo posible.