Los dejo con este interesante ensayo escrito por mi amigo
Luis José Cassaró Bolarte (experto en cómics y corresponsal oficial de Comic
Apocalipsis en la ciudad de Trujillo) sobre la temática zombie -cuyos orígenes en
el arte datan de muchos siglos atrás- y su poder evocativo para reflexionar
acerca de la amenaza constante que se cierne sobre toda civilización: la
barbarie. Ilustraciones originales de Eduardo Cassaró Bolarte.
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Sobre un paisaje devastado por la furia de los
elementos, las legiones de la muerte avanzan imparables: hordas y hordas de
cadáveres engullen los escasos residuos de vida que aún pueblan el mundo en
tanto ejercen un rechazo brutal al tenue reclamo de la humanidad. Los vemos
empujar a los sobrevivientes con sus escudos (gigantescas tapas de féretros) hacia
las fauces del apocalipsis mientras una serie de ajusticiamientos, de muertos
hacia vivos, toman lugar en sus más variadas formas.
Es la apoteosis del horror. Una abominación más insana
toda vez que contemplamos sardónicas escenas en aquella masacre cuyo origen es
tan incierto como el destino de nuestra especie. La única realidad,
mayestática, absoluta, es que La Muerte se ha apoderado de la tierra, como lo
demuestra aquel esquelético jinete armado con una guadaña, quien desde el
centro del caos dirige el exterminio.
¿Es la visión de un profeta en Patmos?
No exactamente. Es lo expuesto en El Triunfo de la Muerte, obra maestra del pintor Pieter Brueghel,
El Viejo. Un portento terrorífico afín a los lúgubres mensajes que los artistas
flamencos mostraban en sus óleos.
El Triunfo de la Muerte (detalle). Pieter Brueghel, 1562. |
Resulta fascinante comprobar cómo el arte se
retroalimenta. O mejor dicho, cómo ante el disfrute de una obra excelsa nuestra
memoria nos abre mil y un senderos similares a lo que acabamos de contemplar,
leer o escuchar. Senderos que nos remiten a instantes que nos subyugaron con
igual intensidad y claro está nos llenaron de preguntas y certezas. Desde que
era un niño, La Muerte según Brueghel
me pareció la primera descripción hecha por un artista occidental de aquellos
muertos vivientes que la sensibilidad de George A. Romero describiría de manera
tan perfecta en sus películas. Llamados comúnmente zombies a partir del culto
vudú que la comunidad afroamericana de Haití diseminó en la cultura popular, el
cine de Romero obviaba dicha influencia, presente en la magistral Yo Caminé con un Zombi de Jacques
Tourneur y en la producción Hammer La
Plaga de los Zombis, y se adentraba en el pavor de lo inexplicable gestado
a partir de lo cotidiano. ¿Cuál es la causa de que los muertos abandonen sus
tumbas y avancen lenta e inexorablemente hacia la instauración de una suerte de
necrocracia previa ingesta y contagio
de los seres humanos? ¿Es una maldición? ¿Una plaga bíblica? ¿Un accidente
científico? ¿Qué?
Poco importa. Lo vital ahora es sobrevivir.
Afiche promocional de la película Night of the Living Dead (1968), de George A. Romero. |
Al terminar de leer-ver los 14 primeros números del comic The Walking Dead de Robert Kirkman y
Tony Moore-Charlie Adlard que Editorial Vuk ha publicado en nuestro país, los
recuerdos afloraron y también los cuestionamientos. Si los muertos de Brueghel
están más emparentados con los sádicos despojos de la serie de culto Deadworld, los zombies de Image beben de
las influencias de Romero, hecho que no sólo se pone de manifiesto en la estética
bicromática que comparte con la fundacional La
Noche de los Muertos Vivientes, sino por sobre todo en el tratamiento del guión.
Kirkman y sus artistas le toman el pulso a
nuestra sociedad a través de sus personajes, dilucidando capítulo tras capítulo
si son el bastión en el cual nuestra agonizante raza se reconocerá y redimirá o
tan sólo otros muertos que caminan, los cuales por alguna extraña razón aún no
se descomponen y hieden.
Si la guerra pone de manifiesto lo peor y mejor de lo
que puede ser capaz un hombre, una situación como la descrita en esta epopeya
magnifica dichas posibilidades hasta sus últimas consecuencias. Rick, el
protagonista principal, ha pasado de ser un simple oficial inmerso en los
engranajes burocráticos tan comunes al sistema legal actual ha convertirse en
La Ley; esto es, en el líder y posible fundador de un nuevo modo de encarar la
civilización. Nuestra especie ha retornado a sus raíces tribales, las
actividades habituales del hombre primitivo regresan de manera apabullante:
lucha por la supervivencia, caza, protección, refugio; el individualismo
contemporáneo es desdeñado y la humanidad acoge desesperada las costumbres
gregarias que cimentaron su historia. No obstante, en esta coyuntura nunca
antes vista, los sentimientos más ocultos y los secretos hirientes afloran
también, listos para limpiar conciencias o poner en jaque el porvenir de los
involucrados. Pocas escenas tan poderosas como la riña entre
Rick y su amigo Shane, disputa que terminará con las revelaciones de éste
último y su muerte a manos del hijo de Grimes. O la alucinante parada en la
casa de aquel hombre en cuyo granero parte de su familia, convertida en zombies, aún es
conservada, ''a salvo'', como muestra de
un amor que trascendió las barreras del horror…o la razón…
Rick Grimes, en versión de Eduardo Cassaró Bolarte. |
Es impresionante ver cómo ha evolucionado Image Comics
en estos 20 años. De ser considerada una editorial independiente afecta a anabolizar los peores tics de Marvel,
ahora es el sello donde una de las grandes gestas de la narrativa de esta época -gráfica o escrita- ha sido publicada. En el apartado del dibujo, el trazo de
Tony Moore, seguro y esencial, rehúye las fastuosidades superfluas y el montaje
epiléptico de muchos comics. El inteligente
uso de los momentos gore, ajenos a
las escatologías gratuitas, potencian la crudeza de las atrocidades zombies
mientras que la afortunada ausencia de otros colores que no sean el blanco y el
negro terminan por consolidar aquel look
de vieja crónica, periodística o televisiva; donde la batalla, física y moral,
por restaurar las estructuras de la civilización (y esta vez con materiales
mejor elaborados) es narrada con la precisión de un diseccionista.
Al concluir con estos primeros 14 números, leí recién
la carta de Robert Kirkman en el capítulo inicial. Fue grato comprobar que sus
planteamientos no sólo reafirmaban la fidelidad hacia las mejores historias del
subgénero, sino que también se proponía expandir las posibilidades de tan
fascinante tema. En mi opinión y seguro estoy que en la de muchos más, el autor
ha cumplido su propósito con creces. Y para los admiradores peruanos de esta
obra, la aventura recién empieza.
Los 14 números de The Walking Dead (Image Comics), publicados a la fecha por Editora VUK. |
Desde el Viejo Brueghel, pasando por Romero y hasta
llegar a Kirkman y compañía, este particular enfoque de la muerte se ha
convertido en el paradigma por excelencia al momento de cavilar sobre un futuro
aciago, preñado de catástrofes y barbarie. No podría ser de otra forma, claro
está; las más desoladoras reflexiones sobre el tema nos llevan a hacer una
pausa y meditar en la esencia misma de aquellas cosas que la velocidad de estos
días parece empeñada en hacernos olvidar: qué nos hace humanos y que nos aparta
de dicha condición.
Es decir, pensar en nuestra vida…
¿Qué es?
¿Qué la determina como tal?
Luis José Cassaró Bolarte
Me gustó, excelente apreciación del ser humano y su capacidad para cambiar dependiendo del contexto que lo rodea... Hay que recuperar la consciencia de qué significa ser humano.
ResponderEliminarNo deberías comentar spoilers, y si lo haces anuncia al menos lo Q viene a continuación, lo digo por la escena Q comentas de los comics the walking dead.
ResponderEliminarHola javimads:
EliminarSi bien no soy el autor del artículo, pues igual te doy mi opinión: TWD es un cómic que en Estados Unidos va por el #103 y acá en Perú por el #15. Sebastián Gálvez Fargo está comentando escenas que suceden dentro de los primeros 15 números, es decir, que ya se han vendido masivamente aquí en Perú. Tampoco uno se va a privar de hacer un análisis por no ''aguarle la fiesta'' a quien aún no haya leído los cómics. Si así fuera no se podría analizar ningún libro ni película ni cómic.