The New Deadwardians es una miniserie de 8 números, escrita
por Dan Abnett e ilustrada por I.N.J. Culbard, publicada entre mayo y diciembre
del 2012 bajo el sello Vertigo (desde entonces compilada en tomo único). Es, me animo a decir, el último gran trabajo
aparecido en este sello antes de la partida de su fundadora y editora ejecutiva Karen
Berger, orquestada por los directivos de DC/Warner (insatisfechos ante la
publicación ''innecesaria'' de cómics no comerciales, poco populares y no franquiciables).
Si Vertigo -al menos como lo conocimos- ya desapareció, The New
Deadwardians es el broche de oro perfecto para salir con la cabeza en alto ante
la intransigencia capitalista de quienes exigen ganancias millonarias antes que
cómics de calidad (perdón por el circunloquio pero desde hace meses tenía pendientes algunas
palabras sobre la bochornosa renuncia forzada a la que fue sometida Karen
Berger, quien con su trabajo y visión era una de las pocas personas -sino la única- que ''adecentaba''
a DC Comics).
A lo nuestro: viendo la portada del primer número, y guiándose
por las tendencias vigentes de la industria norteamericana actual, sería fácil
pensar que The New Deadwardians es un cómic de la onda ''Vampiros vs. Zombies''
lleno de escenas de acción y sangre y tripas por todos lados, para complacer a
la tribuna. No lo es, y si algún tenso enfrentamiento
-sutil, soterrado, a punto de estallar en cualquier momento- permea toda la
obra, es aquel entre nobles y plebeyos, en una época de agitación social y de lucha por los derechos ciudadanos.
En 1860, la Gran Bretaña Victoriana es azotada por una plaga zombie, haciendo tambalear desde sus cimientos al imperio británico. Ante la perspectiva de perder la guerra contra las hordas de cadáveres andantes se opta por una solución radical: todos los altos oficiales del ejército, así como los miembros de la nobleza reciben ''la cura'', que no es otra cosa que ser convertidos en vampiros mediante una transfusión sanguínea. Este nuevo linaje -con los beneficios de la inmortalidad y de una fuerza sobrehumana, y de no poder ser detectados por los zombies- logrará la salvación del Reino.
50 años después, a comienzos del Siglo XX, Inglaterra
está dividida, tanto por sus estructuras sociales casi estamentales, como por
las barreras y murallas que delimitan las zonas o barrios: los ''convertidos'' -miembros
de la nobleza, así como los altos mandos de las instituciones y su servidumbre-
viven en la Zona A; la gente ''común y corriente'', obreros y comerciantes, viven en la Zona B (donde además
comparten espacio con una especie de reservaciones en las que están encerrados
los zombies); otros nobles viven en las zonas más alejadas de la isla, a las
que sólo se puede acceder atravesando la Zona D, amplios territorios infestados masivamente por la putrefacta plaga.
Dan Abnett mezcla con mucho oficio una serie de géneros
que se convierten en los hilos conductores de su historia, pero en el que sobresalen
principalmente dos: el drama aristocrático ambientado en la época
post-victoriana y la novela negra. También, con mucho peso, aborda de manera
inteligente el tema del vampirismo, y cómo las personas -y un círculo social en
su conjunto- se verían afectados por el hecho de convertirse en inmortales
nosferatu. En el fondo, como amenaza parcialmente controlada, y como principal causa del estado actual de las cosas, los zombies.
El inspector de policía George Suttle es un veterano de la gran guerra o ''Memorial War'', y debe resolver el crimen de uno de los ''suyos''. Un ''convertido'' ha aparecido muerto a orillas del río, frente al parlamento. ¿Una provocación?. El objetivo principal es encontrar al culpable, pero también se agrega al misterio la cuestión de cómo un vampiro ha podido morir, sin que su corazón haya sido empalado, y sin que haya sido decapitado o cremado (las únicas 3 causas posibles de muerte).
¿La cura no es infalible? ¿Quiénes la recibieron no son del todo inmortales? Que una información de este tipo salga a la luz no es conveniente en un clima de resentimiento hacia la clase dominante y constantes protestas en busca de reivindicaciones ciudadanas realizadas por las uniones sindicales de la Zona-B, quienes podrían ''envalentonarse'' con la noticia.
A partir de aquí la historia se desarrolla con una
típica estructura de novela policial en la que el protagonista intentará
solucionar el crimen, proceso en el cual se desplazará por las distintas zonas
de la ciudad (palpando el clima social, la desconfianza y recelo de la gente
común hacia los de su ''especie''); iniciará una relación amorosa con una bella
prostituta (quien despierta en él una pasión dormida hace casi medio siglo: los vampiros carecen de impulsos y deseos, no duermen, no comen, no lloran); y destapará
los intereses ocultos de antiguas cofradías que le darán pistas acerca de las causas de la gran
guerra de hace 50 años.
Antes de terminar esta reseña debo subrayar el gran trabajo de caracterización del protagonista George Suttle hecho por Abnett. Sus reflexiones, sus dudas, sus conflictos, sus pensamientos introspectivos nos sumergen por completo en la mente del personaje.
También debo aclarar que en toda la obra casi nunca se utilizan los términos ''vampiro'', ''humano'' o ''zombie''. No es tan evidente la cosa. A los zombies los llaman Restless (los sin descanso) A los vampiros se les suele llamar coloquialmente The Young (jóvenes, porque no envejecen), mientras que la gente común y corriente de la Zona-B se denominan Brights (''brillantes'' o ''radiantes'', por la lozanía de su piel, en contraste a la palidez de los primeros). Las fronteras entre un grupo social y otro tampoco están del todo definidas como por una línea, ya que por ejemplo, algunos miembros de la servidumbre también reciben la cura por parte de sus patrones.
Hola Guido, muy buenas observaciones sobre el enfoque sociológico que utiliza el británico Dan Abnett en "The New Deadwardians". Aunque sólo tuve oportunidad de reseñar los primeros tres números, coincido contigo en que esta miniserie es de alta calidad (la mejor nueva serie de Vertigo del 2012).
ResponderEliminarHay autores que abusan del género zombie o de los vampiros, pero como bien señalas, Abnett ha aprovechado para hacer reflexiones inteligentes valiéndose de este género tan popular hoy en día.
¡Hola Arión! Precisamente tras leer tus reseñas es que le puse la mira a este cómic, que cumplió e incluso superó mis expectativas.
EliminarAbnett ha creado un mundo complejo, coherente y verosímil (algo difícil si se mete zombies y vampiros a la mezcla), que junto a un magnífico dibujo de Culbard -no será un virtuoso, pero su estilo es agradable a la vista y calza perfecto para la historia- cautivan fácilmente al lector.
Este cómic se puede leer y disfrutar como un simple misterio policial, pero a su vez tiene una gran carga simbólica -digamos ''paralela'', que no se cruza ni quita protagonismo a la narrativa- que permite reflexionar sobre una gran cantidad de temas históricos, sociales y filosóficos, de la manera más lúdica. ¡Excelente, me encantó!